domingo, 27 de abril de 2014

"La más bella lección de amor"

EL JOROBADO DE NOTRE DAME

Era una inocente criatura a quien Dios le concedió la vida, pero cuyos irresponsables padres despreciaron por el único hecho de tener un defecto físico: era jorobadito. Lo dejaron abandonado en el portón de la iglesia de Notre Dame (de París), justo donde el prior del convento lo halló, cuando apenas tenía pocos días de nacido. “¡Virgen María! -Exclamó-, ¡quién ha osado abandonar a este hijo de Dios!”. Lo atendió de inmediato y sólo después reparó en la malformación que llevaba consigo. Luego, trataría de entregarlo a una buena familia; pero todos, ricos y pobres, lo rechazaban al ver su desigual apariencia. Con suma tristeza, el prior entendió que muchos de los que se llamaban cristianos sólo lo decían para ocultar su infame apariencia. Es así que decidió criar al pequeño. Lo llamó Cuasimodo, guiándolo por la senda del Señor. Creció feliz en el inmenso templo, sin tener contacto con la gente; pues cuando trató de acercarlo a los demás, estos lo rechazaron brutalmente: “¡Eres el demonio! -Le gritaban - ¡Fuera, abominable monstruo!”. Dolido por la maldad destilada de aquellos, el prior optó por llevarlo a lo alto del campanario; desde allí, Cuasimodo observaba al mundo sin que nadie pudiera causarle daño. Pasó el tiempo, el prior envejeció y Cuasimodo se encargó del cuidado del templo. Uno de esos días los visitó Esmeralda, la bella gitana que danzaba en la plaza para ayudar a sus padres. Se hicieron amigos, pues ella no fue reacia a la apariencia del buen Cuasimodo; quien, a partir de entonces, disfrutó de su actuación desde lo alto del campanario. Pero una tarde, los soldados rodearon a Esmeralda para conducirla a la corte real. Allí, el vil monarca le prohibió seguir danzando; aunque le advirtió que podía variar su orden si ella se portaba “amablemente” con él. La gitana, sin dudarlo, le propinó una bofetada antes de marcharse. Esmeralda siguió danzando; y Cuasimodo, admirándola. Pero los soldados volvieron, esta vez para secuestrarla violenta y salvajemente. Su fiel amigo bajó en su ayuda; superó a la soldadesca con su fuerza descomunal y la rescató, llevándola desmayada hasta loalto del campanario. El gentío azuzaba a los soldados para que disparasen. Así lo hicieron, dando en el blanco. Cayó desfalleciente y Esmeralda, al despertar, creyó morir a su lado. Era la más bella lección de amor que legaba el jorobadito, en medio de una sociedad cruel y despiadada. Sonrió, feliz, antes de morir en los brazos de la Gran Señora. Fin